LOS ORIGENES DE VILLA SOMBRERO
Para comprender la historia de Villa Sombrero se hace
necesario conocer un poco de la historia del Valle de Baní, aunque sea
en términos muy generales. Esto así porque Sombrero surgió como
consecuencia de hechos que envolvieron a toda la región.
Los primeros habitantes que tuvo el Municipio de Baní fueron indígenas.
En lo que a nuestra comunidad respecta no hay indicios de que aquí vivieron indios.
Los primeros colonizadores europeos que se asentaron en esta región lo hicieron en el siglo XVI (a partir 1520, aproximadamente). Establecieron algunos ingenios azucareros y muchos trapiches, ya que para esa época la explotación de la caña de azúcar era la principal ocupación de los que vivían en esta isla. De este período tampoco hay pruebas de que aquí, en Sombrero, se hubiesen hecho asentamientos humanos.
A finales del siglo XVI la explotación de la caña de azúcar fue abandonada casi totalmente por los pocos incentivos económicos que ofrecía, y la gente se dedicó entonces a la crianza de ganado. En Baní aparecieron varios hatos. Un hato era una gran extensión de terreno dedicado a la cría de ganado vacuno, caprino o caballar. Es en esa época cuando surgen casi todas las comunidades rurales de la costa banileja, entre estas Sombrero. Resumiendo podemos decir que esta comunidad tuvo su origen a partir de la evolución de un hato ganadero.
Sombrero es uno de los sitios más antiguamente conocido en el Valle de Baní. El Arroyo de la Virreina, límite natural entre El Llano y Villa Sombrero debe su nombre a Doña Ana de Pravia, la Virreina, esposa de Cristóbal Colón y Toledo, hijo de Don Diego de Colón y Doña María de Toledo, por ende nieto del Almirante Cristóbal Colón. Doña Ana de Pravia, a cuyo apellido corruptelizado se le debe el nombre de nuestra provincia, Peravia, era propietaria de terrenos en las estribaciones de Cerro Gordo, cerca de Sombrero. Por lo tanto, estas tierras de Sombrero son de las más antiguamente explotadas que existen en el municipio de Baní, y, muy probablemente, en el resto de la isla de Santo Domingo. Ya para una fecha tan temprana como el 3 de Enero de 1567 (siglo XVI) existía un testamento de Doña Sabina de Solís, hecho ante el Escribano de la Real Audiencia de esta Isla, Don Francisco Disla y Contreras, en el cual esta señora dice poseer un hato en el Valle de Baní que lleva el nombre “hato de la Sabana de Pedro del Paso”. Este hato estaba en lo que se conoce como Sombrero. Veamos por que: Aunque no aparezca el nombre de Sombrero en este documento, no hay dudas que esta sabana a la que se le llamó Pedro del Paso estaba donde hoy queda nuestra comunidad puesto que ese nombre era el de la sabana donde luego se estableció la población de Sombrero y que todavía conserva la cañada que pasa por aquí, entre el campo de béisbol y el cementerio. Este topónimo por corruptela del lenguaje, se conoce ahora como Pedro Paso. Alrededor de esta cañada hubo una inmensa sabana, que hoy está ocupada por viviendas y por tierras de labranza.
Aunque el testamento de Doña Sabina de Solís viuda Guerrero data del 1567, es muy probable que la fundación del Hato de la Sabana del Pedro del Paso sea muy anterior a esta fecha.
El Capitán José Dionisio Guerrero y Sabina de Solís conforman el tronco desde donde descienden todos los Guerreros banilejos, higueyanos y seibanos. Uno de sus hijos, Don Miguel Gerónimo de Guerrero Solís casado con Catalina Fernández de las Casas, es el eslabón genealógico que los une a Baní. Juan Ambrosio Guerrero Benítez, bisnieto de José Dionisio Guerrero y Sabina de Solís fue el introductor del apellido Guerrero en tierras banilejas.
José Dionisio Guerrero y Sabina de Solís fueron dueños de estas tierras porque los Guerreros estaban emparentados con la familia Colon, dueños originales de estos territorios, por medio de Doña Ana de Pravia.
Después que Antonio de Osorio, Gobernador de la Isla, llevó a efecto las devastaciones de las poblaciones del norte y del oeste de la isla a fin de evitar el contrabando con otras colonias rivales y produjo el consiguiente traslado de sus habitantes a la parte sur de la isla, hizo levantar en el 1606 un censo en el cual aparecen varios hatos que existían en el Valle de Baní. Estos eran:
- “El Hato de Catalina, de Rodrigo de los Olivos.
- El Hato de Cerro Gordo, de Sabina de Solís.
- El Hato de la Sabana de Pedro del Paso, de la misma propietaria.
- El Hato de Baní, de Gonzalo de Villegas.
- El Hato de Baní, de Juan Romero.
- El Hato de Nizao, de Pedro Caballero.
- El Hato de Pizarrete, del Capitán Tello.
- El Hato de Nizao, sin mención de dueño.
- El Hato de Ovejas de Baní, de Sabina de Solís.
- El Hato de Ovejas de Baní, de Gonzalo de Villegas Maldonado.
- El Hato de Ovejas de Baní, de Rodrigo de los Olivos.”
Esta lista de los once hatos ganaderos que existían en Baní en tiempos de las Devastaciones de Osorio, incluye, además del hato del Hato de la Sabana de Pedro del Paso, dos hatos mas que Doña Sabina de Solís tenía para esa época: los hatos de Cerro Gordo y de Baní.
Sabina Solís, quien había enviudado de su legítimo esposo, el Capitán José Dionisio Guerrero, era una mujer acaudalada.
Mucho antes del 1606, como se ha podido ver, ya se conocían estas tierras de Sombrero; sin embargo no se puede decir que estuvieran permanentemente habitadas o que existiera algún bohío o vivienda, puesto que esta zona era solamente un sitio de crianza y necesariamente no tenía porque vivir nadie en ella. No se sabe tampoco donde vivía Sabina de Solís, ya que además de este ella poseía otros hatos.
Al Valle de Baní siguieron llegando muchos inmigrantes, generalmente de ascendencia española. Sobre todo vinieron muchos de las Islas Canarias gracias a las inmigraciones que llevó a efecto Francisco Rubio y Peñaranda, Gobernador de la isla de Santo Domingo entre 1751 y 1760.
Así se fueron fomentando los hatos ganaderos que había en este valle, al tiempo que aumentaban sus respectivas poblaciones. De esta manera los hateros de la región compraron un gran terreno y fundaron lo que es hoy la ciudad de Baní, en 1764. Una de las fundadoras de Baní fue la señora Dionisia Franco Peguero, que era la dueña del hato de Sombrero. Doña Dionisia Franco Peguero era sobrina de Don Manuel Franco de Medina, Cura Rector y Vicario Foráneo de Baní en los días en que esta ciudad fue fundada. Ya para 1764, Doña Dionisia era viuda del Capitán Miguel de Jesús de Soto, razón por la cual aparece su nombre y no el de su esposo en la relación de los fundadores de Baní. Hasta donde han llegado mis investigaciones los fundadores de Sombrero fueron el Capitán Don Miguel de Jesús de Soto y Doña Dionisia Franco Peguero, en una fecha no precisada aún, pero de la que se puede decir que fue anterior al año 1730. El 1762, los herederos de Miguel de Soto gestionaban la partición de sus bienes. En la certificación del auto para la repartición de los bienes del Capitán Don Miguel de Jesús de Soto, fechado en 1776 y 1777, copia de la cual me facilitó mi amigo el historiador banilejo Dr. Manuel Valera Valdez (ver documento anexo), aparece que Don Miguel dejó al morir “los terrenos llamado San Antonio, Hato Nuevo, El Hatillo llamado Sombrero y la Sabana llamada Ciña”. Esto confirma que tanto San Antonio, que es actualmente un sitio de labranzas, como Sombrero pertenecieron al mismo dueño y que por esta razón existen tantos hechos comunes entre ambos lugares como se verá en otras partes de este libro.
Es fácil deducir la razón por la cual en Sombrero no existe el apellido Franco, ni es de los más antiguos el Soto, Dionisia Franco se mudó a la recién fundada Villa de Baní, donde fijó su residencia, pero aunque se mudase a Baní siguió siendo la dueña del hato de Sombrero. Esto lo confirma Rodríguez Demorizi en su obra Baní y la novela de Billini cuando escribe, en la Pág. 27, “Los lugarejos que rodeaban este pueblo eran solamente hatos de ganado en 1780, a saber, en el partido de Paya, los de Ursula, Francisco, Manuel y Petrona, apellidados Guerrero y el de Lorenzo Báez; en el de Calabaza, el de Manuel de Jesús; en el de la Cruz, el de Isabel Pimentel; dos en Sabana Buey, de Nicolás Gurídi y Juan del Rosario, el de Peravia, de Jerónimo Guerrero; dos en Sodorín, de Antonia Quevedo y Luis Marcano; el de San Antonio, Andrés de Soto; el de Sombrero, de Dionisia Franco; el del Llano, de José Soto, con un total de 65 esclavos al servicio de dichos hatos y trapiches.
La cantidad de esclavos que poseían estos hatos a principios de enero de 1780 en el valle de Baní es la siguiente:
1- Juan del Rosario; Hato de Sabana Buey con 3 esclavos.
2- Bartolomé del Castillo; Hato San Ramón con 10 esclavos.
3- Francisco Báez; Hato San Francisco con 4 esclavos
4- Manuel de Jesús Lara; Hato de Calabazas con 5 esclavos.
5- Jerónimo Guerrero; Hato de Peravia con 4 esclavos.
6- Petrona Guerrero; Hato de Paya con 2 esclavos.
7- Lorenzo Báez; Hato de Paya con 2 esclavos.
8- Francisco Guerrero; Hato de Paya con 3 esclavos.
9- Ursula Guerrero; Hato Paya con 5 esclavos.
10- José de Soto; Hato de El Llano con 4 esclavos.
11- José Gómez, (abuelo de Máximo Gómez); Hato de Matagorda, con 2 esclavos.
12- Andrés de Soto; dueño del Hato de San Antonio, con 3 esclavos.
13- Dionisia Franco; Hato de Sombrero con 5 esclavos.
14- Cristóbal de Soto; Trapiche en Boca de Bahí con 5 esclavos.
PROPIETARIOS NO VECINOS DE BANÍ: Don Tomás de Leos y Echalas, Hato de la Candelaria; Doña Isabel Pimentel, Hato de la Cruz; Doña Antonia de Quevedo y Villegas, Hato de Solorín.
Notas: El original de esta lista se conserva en el Archivo Nacional de Cuba, Habana. Papeles de la Real Audiencia de Santo Domingo.
Andrés de Soto, dueño del Hato de San Antonio, y Cristóbal de Soto, propietarios de un trapiche en la boca de Bahía, en las cercanías de Sombrero, eran descendientes de los dueños del Hato de Sombrero.
El hato de Sombrero tenía en esa fecha, enero de 1780, cinco esclavos. Si atendemos a ese número, vemos que solo hay otro hato con 10 y dos más que tenían también 5, los otros nueve hatos de la lista tenían menos de cinco. Esto evidencia que el hato de Sombrero era uno de los más importantes del Valle de Baní.
Estos datos acerca de los hatos que poseían esclavos a principios de enero de 1780, en el Valle de Baní. Aparecen en el libro “La Familia de Máximo Gómez”, cuyo autor es Fray Cipriano de Utrera.
El hato de Sombrero tenía su epicentro en lo que hoy se conoce como Los Guayacanes, un barrio de esta comunidad, a cuya sombra y abundancia de árboles debe su nombre nuestra comunidad. Sus límites eran imprecisos, pero se puede afirmar que ocupaba casi todo lo que es el cuadrante suroeste del actual Sombrero Abajo y se extendía hacia terrenos que actualmente están dedicados a la producción agrícola (ver mapa).