por Redaccion villasombrero.com
Si actúas con discreción, no comentas intimidades de tu pareja, ni alardeas en público de tu nueva conquista puede que seas una persona infiel, pero no una traidora. Pero si lo proclamas a los cuatro vientos, causas dolor y provocas escarnio, entonces cometes una traición.
Con tono irónico y en un claro intento de acabar con la “doble moral” establecida, la escritora y periodista Anna R. Alós hace una clara apología de la ética del/la infiel en su ensayo “El discreto encanto de la infidelidad” y nos da las pautas para no caer en la traición.
“Traidor es quien comparte con terceros tus secretos, la que se lleva a la cama al marido de la amiga, el que sienta a la amante a la mesa familiar o el que la pasea entre los amigos de la pareja; el infiel no ha de ser necesariamente cobarde, pero el traidor lo es siempre por rastrero”, puntualiza la escritora.
Cabe señalar que la escritora no diferencia entre infidelidades femeninas o masculinas y considera que ambos sexos son igualmente infieles, “aunque los hombres se dejan llevar más por la entrepierna y las mujeres, por las emociones”, subraya.
La periodista se preocupa también del amante ya que, no en vano, es la persona que más placer nos está produciendo en el presente y aconseja no usar con él perfumes estridentes que puedan perjudicar su vida, “por lo que hay que considerar el dolor ajeno por encima de cualquier momento de placer, incluso el que se puede causar a la pareja del amante”.
Un dolor ajeno que, por supuesto, hay que evitar en cualquier situación porque, a juicio de la escritora, “se puede hacer todo siempre y cuando no causes dolor; si no, te sentirás culpable y no disfrutarás en esos momentos de placer”.
A su juicio, “si se respetan las normas, difícilmente ser infiel complicará la vida de alguien y todo quedará en momentos de placer personal que pueden, incluso, aportar poesía a lo más prosaico de la convivencia; es decir, la estética, al servicio de la ética”.