por Redaccion villasombrero.com | ||
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Evidentemente, el caso de los mineros chilenos, que finalmente lograron ser rescatados sanos y salvos, tras el esfuerzo mancomunado de todos: autoridades locales, ciudadanos ricos y pobres, fuera de toda bandería política; pueblos amigos; y, en fin, gracias a la colaboración de todos, constituye un ejemplo innegable de la hermandad y solidaridad que deben regir entre los hombres, al margen de las creencias sectarias, razas o clase social a la cual se pertenezca.
Es así como debemos proceder siempre. Tiene que ser la actitud a emular en todos los casos o circunstancias que se presenten, y que pongan en peligro la vida de congéneres, como de los hermanos menores, los animales. Es un acto digno de reconocimiento y admiración, que no sólo habrá de quedar como impronta imborrable a nivel de los chilenos, sino para todo el mundo.
De nuevo, Chile, vuelve a ser objeto de una súbita situación lamentable, aunque conquistada ya, gracias al favor de las acciones humanas encaminadas y decididas; pero, con la intervención, imprescindible siempre, de la Divinidad Suprema.
Ahora, el derrumbe de esa mina chilena, y el posterior rescate de las eventuales víctimas, sanas y salvas, amén de servir como ejemplo, en torno al comportamiento debido a observar humanamente, plantea algunas interrogantes obligadas, ya en el orden de lo esotérico, más que a nivel del plano físico propiamente.
Las primeras de esas son, ¿cómo lograron esas personas subsistir a tanta profundidad bajo tierra, durante los primeros días después del desastre, hasta tanto pudieran ser localizados; contactarlos y suministrarles comidas, medicamentos, etc.? ¿Qué oxigeno respiraban? ¿Cómo lograron preservar el estado físico y emocional que ostentaban al salir de la capsula en que fueron rescatados, después de esa situación anómala en extremo; durante un lapso de tiempo que, independientemente de todo cuanto se les pudiera suministrar, y la comunicación con la superficie, tenía que afectarles y preocuparles sobremanera, incluyendo la incertidumbre natural, por el riesgo de otro posible derrumbe?
Por qué eso ocurrió, precisamente a 33 mineros, cifra que representa la edad de Jesús el Cristo, al momento de culminar con su ministerio terrenal, y que está incluida dentro de las consideraciones y deducciones de carácter esotérico que se tienen, respecto del número universal correspondiente a la evolución espiritual de los seres humanos - NUEVE – (3 x 3 = 9); que también se relaciona con el período de gestación de las personas físicamente (9 faltas de 28 días); como, con la famosa cantidad de los 144,000 (1+4+4 = 9), de que habla la Sagrada Biblia, entre otras.
Como se puede advertir, la asociación de esas coincidencias mueve a inquietud, principalmente, a nivel de todos aquellos acuciosos investigadores sobre asuntos esotéricos, de los cuales muchos se estarán preguntando, ¿qué habrá detrás de ese último suceso ocurrido en Chile, en el orden del Plan Divino con relación a la Tierra, y el cambio de sub-raza en curso?
Esperemos; el Padre Supremo continuará hablando, a su manera, oportunamente.
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Autor: Rolando Fernández
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