¿Les ha pasado que una y otra vez escuchan el mismo chiste y vuelven a reírse, o que juegan el mismo juego de cartas con los mismos amigos y siempre resulta diferente, o han visto a los niños que ven cientos de veces la misma película y siguen disfrutándola?… Esto pasa cuando estamos percibiendo cada situación con ojos diferentes, descubriendo algo distinto cada vez aunque aparentemente parezca ser lo mismo.
La clave está en recuperar o mantener la capacidad de asombro, percibir nuestras sensaciones más sutiles y no permitir la entrada al aburrimiento. Para lograrlo es necesario transformar nuestra idea de rutina en algo diferente utilizando un nuevo punto de vista.
Si tenemos que planchar -por ejemplo- podemos aprovechar para practicar la meditación, es decir: sentir y evitar pensar o lamentarnos “de lo pesado que es planchar, del mundo de ropa que tenemos enfrente, de que los demás ni se dan cuenta del esfuerzo que hacemos, etc”. Podríamos pues aprovechar para percibir con nuestros sentidos el vapor de la plancha que sube y toca nuestra cara, el peso de la plancha en la mano, los músculos que se mueven para sostener la plancha y desplazarla, el olor a ropa recién planchada o el calor que perciben nuestros brazos…
De la misma manera, la relación sexual con la pareja es un espacio de intercambio energético, de recarga, de placer, de amor profundo que puede y debe sentirse en lugar de pensarse... Volver a sentir lo que despierta nuestro propio deseo, disfrutar con nuestra pareja lo que le da placer, sentir nuestras sensaciones de manera diferente aunque aparentemente parezca lo mismo… percibir con otros ojos, otros oídos, otra nariz, otra boca, otra piel…
No permitas que el aburrimiento y la rutina entren en tu vida, puedes usar cuantos ojos diferentes quieras para ver las cosas de una manera nueva. Es una cuestión de actitud, tu actitud, ¡la cual puedes cambiar en el momento que quieras!