SANTO DOMINGO.- Visitar el Faro a Colón es como tomar un crucero y darle la vuelta al mundo en cuarenta minutos.
Esta obra de la arquitectura contemporánea, construida con motivo de los 500 años del Descubrimiento de América por los españoles o el encuentro de dos culturas, como otros prefieren llamarle, fue el centro de una gran polémica porque muchos sectores se oponían a su construcción. Pero pasados quince años de su inauguración, permanece abierto al público que lo puede apreciar como un foro de la cultura universal, porque establece en su galería museográfica 48 salas de exposiciones de igual número de naciones, donde cada país exhibe su cultura, su historia, su idiosincrasia, sus costumbres, sus tradiciones y su religión.
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Sin embargo, el monumento cumple otro objetivo para el cual fue construido y es de servirle como destino final a los restos del Almirante Don Cristóbal Colón.
Además de ponerse en contacto directo con esta diversidad de pueblos, el turista extranjero o local, puede admirar la majestuosidad de una obra modernista que se conjuga con los tiempos coloniales.
Aunque originalmente el Faro a Colón fue concebido como un monumento funerario, por disposición del Gobierno de la República Dominicana, el arquitecto dominicano Teófilo Carbonell realizó una adaptación de su interior para albergar exhibiciones de los diferentes países del mundo.
Los 48 países disponen de un espacio en el Faro para una exposición mediante la cual muestran su identidad cultural. También tienen su espacio el Museo de la Liga Naval Dominicana, Co-donante del Museo de los Vientos Alisios; el Museo de Rescate Arqueológico Submarino que mantiene en exhibición unas 1400 piezas rescatadas de naufragios españoles, franceses y holandeses de los siglos XVII al XX, encontrados en costas dominicanas.
Otras dependencias en formación son: el Museo de Historia del Faro, que albergará documentos y piezas antiguas, los diferentes proyectos y detalles sobre la construcción del monumento; la Biblioteca y el Centro de Estudios Colombinos, donde se concentran los estudios relacionados con el Gran Almirante y la Historia de América.
El Faro consta también de cuatro salas para exhibiciones temporales y dos salas de conferencias. La Capilla Nuestra Señora de la Rábida y la Sala de las Vírgenes, una hermosa galería con las imágenes de las diferentes patronas de los países Latinoamericanos.
Otro importante lugar lo es la Sala del Vaticano, donde se exhibe la casulla usada por Su Santidad Juan Pablo II en la Misa oficiada en el Faro al momento de su inauguración.
Según las palabras del propio arquitecto que diseñó el Faro, el inglés Joseph Lea Gleave, “La forma del edificio expresa la inspiración que la motivó, en arquitectura abstracta. Igual que las pirámides y otros grandes monumentos a través de los siglos, éste no tiene un carácter arquitectónico estilizado, sino que pertenece a todos los tiempos.”
La edificación es una enorme masa de hormigón y mármol que vista desde el aire resulta una enorme cruz yacente.
El monumento tiene una longitud de 210 metros orientados Este-Oeste, 60 metros en sus brazos de Norte a Sur y una altura de 31 metros. De noche ofrece un impresionante espectáculo cuando los rayos verticales de luz que emanan de 157 lámparas colocadas a todo lo largo, reflejan una gran cruz en el cielo, que puede verse a varios kilómetros a la redonda. Estas luces sólo se encienden en ocasiones especiales como la llegada de un nuevo año.
En la entrada principal, los colores de las banderas de todos los países americanos simbolizan la hermandad entre las naciones, así como la unión de las diferentes razas, culturas y credos que pueblan la Tierra.
Historia
La idea de construir el Faro a Colón no es una idea nueva ni de un mandatario dominicano. Surgió en 1852 en la Habana, Cuba, en un libro denominado “Historia de Santo Domingo”, del escritor dominicano Antonio del Monte y Tejada, A partir de entonces se creó una propaganda de que era necesario levantar un monumento frente a las costas de la República Dominicana, para honrar la memoria del descubridor del Nuevo Mundo.
En 1914 es el norteamericano William Ellis Pulliam quien retoma la idea y promueve en la prensa de su país la construcción de un faro monumental en la República Dominicana, primera ciudad del Nuevo Mundo. La idea adquiere carácter universal en 1923 durante la celebración en Chile de la Quinta Conferencia Internacional Americana cuando se decreta que tal monumento debía construirse con la cooperación de todos los gobiernos y pueblos de América, así como con la cooperación de todas las naciones de la Tierra.
En 1927 se designó una comisión que llevaría a cabo el proyecto en dos etapas. La primera culminó con la reunión en Madrid, España en 1929 de un jurado internacional para estudiar 455 proyectos provenientes de 48 países. Se otorgaron 10 menciones honoríficas entre las que, en la segunda etapa en 1931, se escogió el proyecto ganador que fue presentado por el arquitecto inglés Joseph Lea Gleave. Todos los proyectos presentados, a saber más de 2300 dibujos, fueron exhibidos en una exposición, que fue posteriormente trasladada a Roma, Italia.
LA POLEMICA
Es Joaquín Balaguer, quien gobernó el país de 1966 a 1978 y de 1986 a 1996, quien retoma el proyecto del faro a Colón y lo lleva a cabo con recursos locales. En el momento de su construcción se habló de que el Faro costó 500 millones de pesos. Se trató de una de la obras más polémicas edificadas en el país. Sus opositores destacaron la construcción de un muro, levantado en los laterales de sus jardines, que impide la visión de un humilde barrio de los alrededores, este muro fue bautizado como “el muro de la vergüenza”.
El 6 de octubre de 1992, durante la celebración del V Centenario del Descubrimiento de América, finalmente la República Dominicana inauguró el Faro a Colón, con la ausencia del presidente Joaquín Balaguer, quien estaba de luto, y ese mismo día fueron trasladados los restos del Almirante desde la Catedral Primada de América, donde descansaban desde el 1544, hasta el mausoleo levantado en el crucero del monumento.
El 11 de octubre de ese mismo año, el Papa Juan Pablo II ofició una Misa en la explanada Este del Faro, durante la cual se celebró la canonización del misionero Agustino Exequiel Moreno, primera celebrada por la Iglesia Católica en América.
El Faro a Colón fue abierto al público el 16 de octubre de 1992.